Si los candidatos presidenciales de la oposición quisiesen propinarle un duro golpe a los facinerosos K, no tendrían que presentarse a las elecciones del 25 de octubre, dejándolos pedalear en el aire. Pero dar ese paso audaz implica que fuesen opositores en serio y que antepusiesen los intereses de la Patria a los personales, lo cual supone magnanimidad de su parte.
Permítanme dudar de que la tengan.
SOBRE EL FRAUDE (I)
Se está meneando mucho en estos días la propuesta de implantar el voto electrónico, como si fuera una panacea, pero no es tal. A quienes lo propugnan, recomiendo leer en La Nación del lunes el artículo de Carlos Pagni -no es precisamente un “fascista” y antidemocratista como lo soy yo- donde señala que todo el sistema electoral es fraudulento.
Si se entiende que es así, quizás alguien se anime a plantear una reforma que permita que el fraude sea menor. No desaparecerá, desde luego, pero sería un alivio considerable.
SOBRE EL FRAUDE (II)
¿No es fraude que Scioli y Macri no publiquen sus programas de gobierno, como al menos hizo Massa?
¿Y ninguno de los tres nada tiene que decir sobre el aborto?
Elementos esenciales del fraude democrático argentino son:
1. El partidócrata (Organiza y planifica el fraude)
2. El puntero (Ejecuta la maniobra fraudulenta)
3. El sistema clientelístico, integrado por a. activistas (Retribuidos con algún empleo público) , b. marginales (Vagabundos, haraganes, criminales y marginales varios (Promesa de subsidio para su holganza y vicios o reducción de las condenas)
4. La gran prensa, siempre responde a intereses bastardos (Desinforma y siembra la ficción a través de plumíferos mercenarios)
El fraude, como asimismo la corrupción, son parte integrante y principal de cualquier democracia que se precie.
Ya hablar de la soberanía del Pueblo es un fraude porque si el Pueblo fuera soberano no pasaría hambre, desnutrición, desocupación, mala educación, desatención de su salud e inseguridad.
Constituimos un soberano cuya vida y pocos bienes penden de un hilo:, que cualquier delincuente, protegido por un Estado perverso, no quiera atentar contra ellos porque otro blanco le pareció mas apetecible.
Se finge al Pueblo soberano para esclavizarlo. Y cuanto menos se noten las cadenas, mejor. La democracia necesita el terror para imperar. Claro que debe parecer desviculada a él por razones de propaganda. Por eso ha privatizado el terror dejándolo en manos del hampa. Así ningún argentino sabe a ciencia cierta si a la noche regresará a su casa o perecerá a manos de algún criminal.