EL LIBERALISMO, ESE ENEMIGO ÍNTIMO

Según el diccionario, intimar es introducirse en el afecto o en el ánimo de alguien y en este sentido califico al liberalismo como enemigo “íntimo”, a diferencia del marxismo que es un enemigo frontal y abierto, que, llegado el momento y si “la revolución” lo exige,no se priva de cometer maldades físicas de todo tipo.

Pero el liberalismo es mucho más peligroso, por ser solapado y borroso, y cuyo rostro es hoy bastante más amable, con propósitos no menos seductores. Es que dos siglos largos de Revolución Francesa han intoxicado, y por así decir paralizado, las inteligencias y las conciencias con el veneno de la “Libertad”, noción esta que escapa a toda consideración racional, para transformarse en un sentimiento que impulsa al hombre a hacer lo que venga en gana. En definitiva, el liberalismo es un anarquismo, aunque muchos de los que se llaman liberales ni siquiera lo sospechen.

Estas breves reflexiones me suscita el envío de una invitación que he recibido de la Fundación Libertad y Progreso, patrocinada a su vez por la Fundación Friedrich Naumann. Copio un párrafo y las citas de Kant y de Locke que figuran en la invitación.

unnamed (18)“El liberalismo parte de una premisa simple y general para cualquier individuo: El derecho inalienable de todas las personas a vivir en libertad, a disponer de su propiedad y a la búsqueda de la felicidad como cada uno desee, sin que otras personas puedan imponer un modo de vida determinado o robar el fruto de su trabajo, producto de relaciones libres. No importa si existe un grupo mayoritario de personas con estas intenciones o si se trata del gobierno establecido, los derechos individuales son invulnerables.

Es decir, la filosofía de la libertad es para todos aquellos que desean vivir en paz y dejar vivir, sin imponer ni ser impuestos, en un marco de igualdad ante la ley, sin distinciones ni privilegios para nadie.

«Nadie me puede forzar a ser feliz a su manera, si no que cada quien debe tener la oportunidad de buscar la felicidad a su propio modo, siempre y cuando respete la libertad de los demás de aspirar a lograr su propia dicha».

Immanuel Kant

«No hay individuos, ni iglesias, ni estados, que tengan justificación para invadir los derechos civiles«.

John Locke

http://www.argentina.fnst.org/Valores-de-la-libertad/1552c1409/index.html

Notas del francotirador:

“La Fundación Friedrich Naumann para la Libertad es la Fundación alemana para la política liberal. Constituye una organización política no gubernamental, dedicada a la revaloración del Liberalismo como filosofía por medio del fomento de la Democracia, la Economía de Mercado, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos y Civiles. La labor de la Fundación se basa en la formación democrática de ciudadanos responsables, la asesoría política de líderes, el diálogo político internacional y la colaboración con sus contrapartes para el desarrollo y el impulso de estrategias que generen propuestas liberales para el desarrollo de los países en los que trabajamos, que hagan énfasis en la importancia de una sociedad informada y participativa, y que promuevan el valor de la libertad, las virtudes de la democracia liberal y el respeto a los derechos individuales y a las instituciones de la Democracia y el Estado de Derecho. La Fundación es ideológicamente afín, pero independiente en su actuar, del Partido Demócrata Libre (Freie Demokratische Partei – FDP por sus siglas en alemán).

http://www.la.fnst.org/

“Suele trabajar con los miembros de la Internacional Liberal, a nivel de América Latina sus principales contrapartes (de RELIAL) son el Partido Liberal de Honduras, la Alianza Liberal Nicaragüense en Nicaragua, el Movimiento Libertario de Costa Rica y diversas instituciones liberales de Sudamérica. En la Argentina colabora activamente con diferentes think tanks, organizaciones, instituciones y partidos políticos de plataformas relacionadas al liberalismo clásico”.

(Naumann fue un político liberal. Era también pastor protestante) https://es.wikipedia.org/wiki/Fundaci%C3%B3n_Friedrich_Naumann

TRES ANTÍDOTOS CONTRA EL VENENO LIBERAL

Louis_Veuillot_2LOUIS VEUILLOT

“¿Qué significa el argumento de la libertad humana, que vuelve sin cesar por mil caminos tortuosos y envuelto en la tesis del catolicismo liberal? Que el hombre posee la facultad de hacer el mal y de no hacer el bien. ¿Quién lo ignora y quien lo niega? ¡Extraña locura ésta la de concluir que Dios, al dejar al hombre esta facultad, le da el ejemplo y el modelo de la indiferencia entre el bien y el mal, entre la verdad y el error! La reflexión más superficial muestra la abundancia de los divinos y misericordiosos obstáculos con que Dios ha rodeado al mal ejercicio de poder escoger y de abstenerse. Él nos quita el recurso a la nada y no nos va a decidir más que entre dos eternidades. Abstenerse es haber escogido. ¡He aquí lo que se llama con tanto énfasis la libertad humana!

Este miserable quid pro quo provocó es la base sobre la cual se halla edificada toda la doctrina liberal. No, no hay libertad humana en este sentido peligroso; Dios no ha hecho este comprometedor presente para seres infalibles. Sólo Dios es libre.Él nos ha dado el libre albedrío, no la libertad.

(La ilusión liberal, Editorial Nuevo Orden, Buenos Aires,1965,pp.34-35)

Rafael Gambra-La Reja-19920001RAFAEL GAMBRA

El término libertad se ha convertido para nuestra época en un guía luminoso ante el que toda rodilla debe doblegarse. Diríase que a medida que la vida humana va a sintiéndose progresivamente masificada y programada por la tecnocracia, y a medida que las posibles reales de su ejercicio disminuye, el término libertad se magnifica ante los ojos de todos, participando por igual el ideal, en el axioma y en el dogma

Libertad fue el primer lema de la Revolución, que adquirió dentro de sus designios el mismo puesto clave o fundamental que el primer mandamiento de la Ley de Dios tenía en la anterior sociedad religiosa. En rigor, la consecución de ese primer ideal (y de su consecuencia, la Fraternidad) quedaría confiado a la inmediata consecución de la igualdad, que podría alcanzarse a golpe de investigación y de guillotina: igualación de clases, de leyes, de países, de poderes. Por ello la herencia de la Revolución francesa ha sido hasta nuestros días, una lucha constante contra toda constricción teórica o práctica. Bajo los nombres de mitos, tabús prejuicios o «poderes fácticos» se ha perseguido (y se persigue) desde los mandamientos hasta las reglas de urbanidad: normas, ritos, preceptos, costumbres, instituciones, no tienen ya para la mentalidad ambiental otra consideración positiva que la del folklore o curiosidades etnográficas. Ello adquiere en el marxismo un carácter imperativo y permanente con su «lucha contra las estructuras» y la «revolución permanente”. No importa que la destrucción de la norma histórica acarree una constricción muy superior, tanto por el condicionamiento publicitario y propagandístico como por el crecimiento tecnológico del estado: estos factores más bien contribuyen a la exacerbación del individuo y de la masa de la exigencia libertaria, en luchas ya solo con fantasmas y deformaciones intencionadas del pasado”.

(Las raíces eternas de la libertad, en Verbo, N° 261-262-Enero-febrero 1988)

maxresdefault (33)JUAN ANTONIO WIDOW

“El liberalismo es la actitud que, afincando su raíz en la afirmación de la autonomía del hombre, reivindica esta autonomía frente a todo tipo de obediencia o sometimiento a una autoridad que no emane de la libre determinación de cada individuo.

La autonomía del hombre supone que la libertad es su bien máximo y el principio más universal de moralidad. La libertad no es susceptible, sin embargo, ser definida positivamente: se la explica como ausencia de coacción sobre la conducta del individuo, y se entiende como coactivo cualquier acto que interfiera de algún modo en esa conducta para intentar darle una dirección que no sea la que la persona, espontáneamente, quiera conferirle. Por esto, toda ley o norma que pretenda, con fundamento objetivo y universal, dirigir la conducta concreta de las personas, todo acto de autoridad, son asimilados a la categoría única de presión coactiva. La autonomía del individuo hay que entenderla, pues, de manera literal: únicamente es válida o legítima como ley para el hombre la que emane de su subjetividad, en el supuesto de que ésta se haya independizado antes de todo vínculo obligante extrínseco.

La esfera propia de la libertad, donde deben verificarse inmediatamente sus efectos, es el ámbito privado de la persona. Esta privacidad se da, desde luego en la relación del sujeto con los bienes materiales que constituyen propiedad suya. Pero no tiene su razón de ser allí: también es privado, de acuerdo a esta concepción, todo lo interior e íntimo del individuo, es decir hábitos, actos y delictivos y cognitivos, sentimientos, etc., los cuales competen absolutamente a él y, por lo mismo sólo a él. Esto significa que queda reducido al plano de la subjetividad excluyente todo lo que pertenezca al orden de los objetos de la inteligencia y de la voluntad, todo lo que se refiera al orden de la verdad y del bien. Aquí está la piedra angular de la concepción liberal.

En el orden del conocimiento intelectual, la concepción liberal se basa en el postulado de que no se puede sostener como verdadero, objetivamente, lo que cada sujeto tiene por tal. La verdad es, por tanto algo relativo: existe la verdad de Fulano o la de Zutano, las cosas son para uno o para otro lo que subjetivamente cada cual se represente de ellas, sin que pueda llegarse nunca a la afirmación de que tengan determinada realidad, independiente de la aprehensión diversa que cada sujeto pueda tener de ella y que sea, de este modo, la causa determinante de la verdad o, en su defecto, de la falsedad de los juicios. Cada cual tiene su verdad y nadie tiene derecho impongan las como si fuese la verdad: por principio se niega para cualquier tipo de juicio la posibilidad de una certeza diferente al mero convencimiento interior.

El liberalismo es, en el plano intelectual un nominalismo pragmático, una aplicación a cualquier orden de realidades del escepticismo radical respecto del valor objetivo de un principio universal. Por esto se caracteriza por propiciar en el orden práctico una moral negativa, en que el único principio es el de no conducirse de modo que se pueda violentar la libertad de los otros. No hay preceptos positivos, pues limitaría la libertad, y por ello se acepta como válida cualquier conducta con tal de que sus efectos se circunscriban al dominio privado del individuo o, por lo menos de que no se intente asaltar la autonomía de los otros. Es más: esa conducta, al cumplir con este principio, es manifestación positiva de la libertad personal, por lo cual es laudable y digna de respeto, cualesquiera sean sus objetos y fines. En cambio, es reprobable todo intento de dar a las normas de la propia conducta un valor exceda los límites de lo subjetivo y privado, pretendiendo, por ejemplo, que tales normas tengan vigencia común y que su aplicación constituya tarea de gobierno.

Los valores morales son subjetivos y el principal de ellos es el de la autonomía de la conciencia. Puede el individuo proyectados hacia fuera en sus actos, difundiendo su propia bondad pero de ninguna manera depende su vigencia del grado en que el sujeto participe en un orden que lo trascienda. La justicia desaparece de hecho como virtud moral, pues no es concebible que una persona se haga buena a causa de cumplir con el bien debido a otro. Equivaldría esto destruir en su base la autonomía de la conciencia, ya que es sólo esta la que puede determinar como buena o mala una acción, sin sujeción a normas extrínsecas.

La subjetivización completa del orden moral- dependiente la bondad o maldad sólo de los sentimientos de simpatía y antipatía-es lo que produce la emancipación del orden económico, que queda sin permeable a toda valoración ética: a lo más, si ésta cabe, se traducirá en un sentimiento de simpatía por la habilidad en la realización de los negocios. La economía pertenece al orden de la ciencia y de la, no al de la moral, y es por ello es válido el que se nos juzgue, en cualquiera de sus aspectos, conforme a criterios morales. Es el arte de adquirir riqueza-la vieja crema artística invadiendo definitivamente en todo el campo de la economía-: solamente es válido juzgarlo por sus resultados, como la obra de un albañil o la de un carpintero.

De esta manera, lo económico se transforma en el único ámbito en existen pautas verdaderamente objetivas, reales, para calificar la conducta humana, y ellas no son de índole moral, sino física: el éxito o el fracaso en los negocios. Por esto, se puede sostener, como lo sostiene Smith con su tesis de la mano invisible-que convierte infaliblemente en beneficio común el resultado de las acciones impulsada por el interés privado-, que es imposible que la economía, si se abandona el curso espontáneo que han de darle sus leyes, pueda dar como resultado un mal para los hombres”.

(El hombre, animal político-Orden social, principios e ideologías, Academia Superior de Ciencias Pedagógicas de Santiago,1984,pp.187-195)

5 comentarios en “EL LIBERALISMO, ESE ENEMIGO ÍNTIMO

  1. juan

    No necesito religión ni leyes para saber lo que es ético de lo que no lo es. La verdadera razón de los valores morales es la convivencia social. No el miedo a dios ni al estado. Estos son a la postre un padres incestuosos y pederastas que violan a sus hijos. El anarquismo «no» es la falta de valores y el caos. Muy por el contrario es la organización social más justa que pueda haber, donde nadie detenta el poder político que los ignorantes y temerosos le dan.
    Todo muy lindo pero hay gente que no tiene la menor idea de convivencia, respeto, derechos ni obligaciones. además de haber sido adoctrinados con idolatría (culto al lider, admiración a los ricos, idolatría de los famosos, cholulismo), muy funcional a los poderes oscuros que manejan el destino de la humanidad.
    Entonces estamos entre el ideal filosófico de anarquismo libertario y la necesidad práctica de conservadorismo con cierto autoritarismo.
    Y lo peor que nos pasa hoy mismo, es que estamos viviendo la distopía de socialismo totalitario pensando que tenemos libertades.
    El nivel de esclavitud (opresión económica, social, discursiva) es magnánimo. El estado nos digita la vida. Las elecciones que podamos tener están severamente enmarcadas dentro de márgenes muy estrechos.
    Y pocos se dan cuenta. Ni hablar de los zurdos, que pasean orgullosamente con su verdad absoluta por el monte de la ignorancia y solo son idiotas útiles al poder oscuro que gobierna el mundo.
    Felicitaciones gente, estamos entrando a gran velocidad en un período oscurantista al mejor estilo orwelliano, donde la guerra es la paz y la diversidad es el pensamiento único.

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  2. Fernando José Ares

    Me permito agregar tres autores, que cada uno de ellos, «per se», constituye un poderoso antídoto contra ese temible veneno que es el liberalismo y todas las lacras que han sido vomitadas por el espíritu liberal: protestantismo, espiritismo, anarquismo y relativismo. Alguno de estos autores también incluyó otra nefasta organización vinculada al liberalismo: la masonería.

    Y no solo son antídotos sino también una poderosa vacuna contra los extravíos liberales. Su lectura nos inmuniza de por vida. Si fuéramos farmacéuticos los bautizaríamos como «Antiliberol Forte Plus». Los tres tienen probada eficacia sobre el Sistema Inmunoprotector para rechazar cualquier infección liberal, incluso las mas disimuladas e insidiosas, propagadas por la prensa masónica argentina.

    Ellos son:
    1. R.P. FÉLIX SALVÁ Y SARDANI:
    Autor de una prolífica obra, cuya extensión sería de tediosa enumeración, con fuertes críticas a la
    masonería, el liberalismo, el anarquismo y el protestantismo. Entre ellas sobresale su célebre «El
    Liberalismo es Pecado.

    2. JUAN FRANCISCO DE LA SALUD DONOSO CORTÉS Y FERNÁNDEZ CANEDO, marqués de Valdegamas:
    Su obra cumbre fue su «Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo». También es
    notable su «Discurso sobre la Dictadura», libro de realismo político sobre esta forma de gobierno
    constitucional romana que tantas veces de peligro salvó a Roma y con ella a toda la cultura occidental,
    el Dictator Optimus Scribundi, tan calumniado por el liberalismo.

    3. R.P. JAIME BALMES
    El calificativo que sobre este extraordinario y culto sacerdote arrojó un Papa de los kilates de S.S. Pío
    XII, llamándole «Príncipe de la Apologética Moderna», hace redundante cualquier elogio que podamos
    emitir sobre su persona.
    Muy extensa ha sido su obra, en lo que al tema respecta debemos citar entre ellas, «El Criterio»,
    «Cartas a un escéptico en materia de religión» y «El Protestantismo comparado con el Catolicismo en
    sus relaciones con la Civilización Europea».

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  3. testa magnum

    lo mejor que he encontrado sobre la verdadera libertad

    EL PROGRESO POR MEDIO DEL CRISTIANISMO
    POR EL R P. FÉLIX. AÑO CUARTO.
    EL PROGRESO SOCIAL POR MEDIO DE LA LIBERTAD CRISTIANA.
    conf Padre Felix Benigno en Notre Dame 1859

    «¿Qué es, pues, la libertad moral, o sea la libertad en el hombre considerada bajo el punto de vista ideal y práctico de su propio perfeccionamiento? En otros términos: ¿en qué consiste el Progreso de la libertad humana?
    Tened a bien, Sres., precaveros contra una preocupación con-sagrada por los discursos y los libros, a fin de comprender bien desde luego esta verdad fundamental; a saber: que la facultad de escoger el mal no es un elemento esencial de la libertad.
    Los filósofos y los moralistas se complacen, bien lo se, en mostrar como ideal de la libertad humana el mas perfecto equili-brio de la voluntad suspensa entre el bien y el mal, con la facultad de escoger uno u otro emancipada de toda violencia exterior y de toda necesidad interior. Así se concibe en efecto la libertad tal cual Dios la creó en el hombre; y aun debe añadirse que en nuestro estado después de la caída, el hombre, al paso que conserva la facultad de escoger el bien, lleva en sí mismo una propensión terrible que lo inclina al mal.
    El hombre, pues, en el estado actual, tiene una libertad que no solo puede hacer la elección del mal, sino una libertad que naturalmente se vuelve nacía el. En eso, sin embargo, no reside la esencia de la libertad, pues esta se concibe sin la de elegir el mal; y lo que nos engaña fácilmente con respecto a la idea que nos formamos de la libertad, es que, confundiendo su realidad presente con su ideal, hacemos entrar en ella como elemento necesario la facultad de escoger el mal.
    Sea lo que fuere por otra parte de la teoría de la libertad moral, considerada bajo el punto de vista en que estamos colocados, es decir en sus relaciones con el progreso del hombre y su propio perfeccionamiento, la libertad moral en el hombre puede definirse: el movimiento sin trabas de la voluntad en la esfera del bien.
    La libertad progresiva es la libertad desplegándose en su verdadero elemento, es, el hombre moviéndose en la esfera del bien, como el ave en el aire y el pez en el agua. ¿Puede acaso el ave quejarse de ser cautivo de la atmósfera? ¿Y habrá de quejarse el pez de la tiranía del Océano? Láncese este fuera del agua, falte el aire a aquella, y uno y otra pierden su libertad, no tardando ambos en hallar la muerte Tal es el hombre que por medio de la elección del mal arroja su voluntad fuera del propio elemento, y tiende a la servidumbre preparando su ruina.
    Esta idea sorprenderá entre vosotros a algunos hombres que jamás han fijado en ella su atención; mas no es posible que debéis de aceptar una noción absolutamente incontestable de la libertad progresiva. No, Señores, no, la libertad en su esencia no es la facultad igual de escoger el bien y el mal. La facultad de hacer o de no hacer un bien determinado, o de escoger entre un bien inferior y otro superior, basta para constituir su esencia, y manifestarnos dónde reside su perfección.
    Si la libertad consistiese en la igual facultad de elegir el mal o el bien, resultarían de esto consecuencias tan absurdas como anticristianas, e igualmente reprobadas por la fe y la razón. Y en primer lugar, seria preciso admitir esta consecuencia contradictoria del hombre y de la libertad, que mientras mas perfecto fuera el hombre menos libre habría de ser. Es cierto que mientras mas comprime la rebeldía de la pasión por medio del uso de su libertad, mas perfecto se hace; y que mientras mas se perfecciona triunfando de sus vicios, mas disminuye en sí la facultad de escoger el mal, aumentando proporcional mente la de elegir el bien. Esto es tan cierto que, conocida la perfección de un hombre, puede uno decidir de antemano con una certidumbre moral que puesto ese hombre entre un bien y un mal determinados, rechazará el mal y escogerá el bien. ¿Es menos libre ese hombre o no? mientras mas se perfecciona por medio del uso legítimo de su libertad, esa misma libertad a la que está encomendada la obra de su perfección, crece y se desarrolla con esta; encontrándose invariablemente la libertad mayor en los hombres juntamente con la mayor santidad.»

    Aldo H Delorenzi
    si lo desean les mando la conferencia completa en word es interesantísima y profetica

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  4. testa magnum

    aportes al tema. extraído de Apología del Cristianismo del Padre José M. Weiss 1906

    La doctrina cristiano-germánica que considera que no hay derecho ni libertad absoluta, que todo derecho tiene sus límites naturales en los deberes para con la comunidad y para con los individuos, y que la libertad sólo es válida cuando no daña un derecho más elevado, es para el liberalismo abominable é incomprensible.
    De aquí que acepte también todas las consecuencias que de esto se deducen. ¿Por qué vituperar al judío, si se encuentra bien con esta situación y despliega sus mañas -en los hombres que el liberalismo le ha entregado como botín?
    Cualquiera que sea el terreno en que sigamos al liberalismo, ya en la historia de la civilización, de la ciencia moral, del derecho, de la moral, ya en la política o en la religión; cualesquiera que sean los maestros que interroguemos: Hobbes, Rousseau, Adam Smith, Kant, Darwin, Herberto Spencer, la conclusión que de ello resulta siempre es que su ideal no es el hombre viviente en sociedad, ni el hombre colocado en el mismo pie de igualdad que sus semejantes, y con obligaciones para con éstos, sino el hombre considerado como un número, como una abstracción, el hombre libre de toda obligación para con Dios y para con los hombres, el hombre apoyado en sí mismo; en una palabra, el hombre salvaje, absolutamente como en los días de la Revolución. Si el hombre del liberalismo reconoce un vínculo u obligación, no procede esto de su esencia,—porque ¡cómo el autócrata podría imponerse tal restricción!—sino que le viene de fuera, y lo soporta, o por necesidad, o porque espera un provecho de la sociedad.
    De aquí que no haya relación interna entre el individuo y la sociedad.
    El individuo recibe de la sociedad sus obligaciones, no como debería recibirlas, sino como le place a ella imponiéndoselas; pero no está obligada lo más mínimo para con él, ya que no le considera como un ser moral. Sus más elevados bienes espirituales, la religión, la verdad, la formación intelectual, la educación, la moralidad, sólo son considerados por el Estado liberal como medios para la ejecución de sus propios planes.
    De aquí proviene la concepción kantista del Estado constitucional, una de las doctrinas favoritas de la escuela liberal, pues casi ninguna otra ha expresado con más claridad sus principios. «El Estado liberal—dice Guillermo de Humboldt en su escrito a Dalberg, titulado Ensayo para determinar los límites del poder del Estado—nada absolutamente tiene que ver con las obligaciones intelectuales y morales de la humanidad, con las opiniones, la moral, el matrimonio, la religión. En todas estas cuestiones, el individuo puede hacer lo que le plazca, porque todo esto pertenece a su derecho privado. El Estado no garantiza más que sus propios derechos, y deja a los particulares abandonados a su suerte. Si alguien cree que ha sido dañado en sus derechos, que reclame el auxilio del Estado; de lo contrario, éste no se preocupará lo más mínimo de él».
    De esto puede deducirse lo que interesa al Estado liberal el bienestar o la desgracia del hombre, y cómo el individuo se une con el todo social; es decir, sólo se cuida del hombre en cuanto sirve a sus propios intereses. Por ejemplo, no monopoliza la enseñanza por moralizarla, sino simplemente por razones políticas que le permitan realizar sus fines. Las almas de los niños constituyen el menor de sus cuidados. No se inquieta en manera alguna por la manera como se formen con la educación que les da; este es asunto que concierne a los que en ello pueden tener algún interés.
    De aquí proviene que nadie pueda objetar nada contra su actividad, ora por razones morales, ora por razones religiosas; defiende lo que llama su derecho, y deja, como decía Richelieu, que los perros ladren a la luna.
    Nadie negará que, en semejantes circunstancias, sea imposible una organización social sana.

    Gracias
    Aldo H Delorenzi muy buena la columna

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