EL ABORTISMO APURA LOS TIEMPOS
La revolución cultural sigue avanzando, sin que nadie, o casi nadie, le oponga resistencia, ni siquiera la Iglesia católica*. Así ha conseguido que se legalizasen toda clase de aberraciones, y solamente le queda como trofeo a conquistar la implantación del aborto, para lo cual está empeñada en acelerar los tiempos, con el beneplácito y la complicidad de la dirigencia, que guarda riguroso silencio sobre la cuestión.
No digo que la marcha feminista de la semana pasada en Buenos Aires haya sido un éxito masivo, pese al esfuerzo propagandístico de los grandes medios, que intentaron presentarla como una manifestación multitudinaria. Por lo que se pudo ver por la televisión, pareciera que todavía el aborto, gracias a Dios, no es aceptado todavía por la mayor parte de la sociedad argentina. Todavía dije, y quizás por eso sus minoritarios personeros se vean obligados a apurar el trámite, sabedores de que una vez sancionada la ley que lo permita, será difícil-o sencillamente imposible- volver atrás. ¿Qué juez se atreverá a declarar la inconstitucionalidad o qué legislador osará proponer una eventual derogación?
¿Y qué dirigente político tendrá agallas como para plantarse frente al crimen sostenido y organizado por el mismo Estado.
Pero uno solo que se anime, -sea juez, legislador o dirigente- será un héroe nacional. No es poco el premio.
* Sobre la actitud de la Iglesia, ver el excelente Post de Ma. Virginia Olivera de Gristelli: “Teléfono descompuesto: la Iglesia en Argentina promueve Marcha concebida con «ideología de género» en http://infocatolica.com/blog/caritas.php/flia/ Sobre feminismo y aborto ver también http://vidahumana.org/dossiers/dossiers-2014
ARISTÓTELES Y SANTO TOMÁS DESPLAZADOS POR LOS ENCUESTÓLOGOS
“Si, pues, existe un fin de nuestros actos querido por sí mismo, y las demás cosas por él; y si es verdad también que no siempre elegimos una cosa en vista de otra- está determinado por otra cosa …es claro que ese fin último no sólo será el bien sino lo mejor”.
“Si esto es así, debemos intentar precisar, …cuál es ese bien y de qué ciencia teórica o práctica depende. ..
“todo parece indicar que este bien es competencia de la ciencia soberana, esto es, la ciencia política, más que todas las ciencias arquitectónicas. Porque, en efecto, la ciencia política determina cuáles son las ciencias necesarias en las ciudades, y cuáles las que cada ciudadano debe aprender y hasta dónde, siendo evidencia de esto el que las facultades más preciadas, como la estrategia, la economía doméstica y la retórica, le están subordinadas. Y puesto que la política se sirve de las demás ciencias prácticas y determina lo que debe hacerse y lo que no, entonces resulta que su fin se impone a los de todas las otras ciencias, constituyéndose en el bien humano por excelencia. Porque aunque este bien sea el mismo para el individuo y para la ciudad, es mucho mayor y más perfecta la gestión y la salvaguarda del bien de la ciudad, siendo cosa deseable hacer el bien a uno solo, pero mucho más bella y más divina procurarlo para el pueblo y las ciudades”.
(Ética Nicomaquea, Libro I)
Y Santo Tomás decía en sus Comentarios:
“es necesario que para perfección de la filosofía haya una doctrina acerca de la ciudad, a la cual se la llama política, o ciencia civil”.
“La ciudad es, en efecto, lo más importante que la razón humana puede constituir, pues a ella se subordinan todas las comunidades humanas”.
“si la ciencia principal es la que trata de lo más noble y perfecto, es necesario que la política, entre todas las ciencias prácticas, sea la principal y arquitectónica respecto de las demás, por ser la que considera el bien último y perfecto de las cosas humanas”.
Pero hoy los dos maestros están desplazados por encuestólogos y marketineros especialistas -o pseudo- que reducen la venerable ciencia política a una mera técnica para adquirir o conservar el poder, con el único fin de llenarse los bolsillos, además de emputecer las conciencias.
Me quedo con Maquiavelo, que lo hacía por amor al arte y a su patria, y no con estos personajes de avería.